LA PRIMERA CARTA ( j a.Ruiz Acevedo)
El trabajo me gusta. Yo salgo rápido de todo y luego me queda tiempo
hasta para aburrirme. Por lo general a la hora de almuerzo ya acabé con casi todas
mis asignaciones, y prácticamente quedo desocupado hasta las cuatro, hora que recibo
los informes diarios que ingreso al sistema la mañana siguiente. Para ese tiempo libre me llevo
un libro del cerro pendiente que tengo y cuando no estoy muy de leer, me pongo a recopilar e
imprimir material para engordar más el cerro, aprovechando la canon gigante que tenemos.
A veces, me dedico a examinar los discos que mi amigo Lázaro Tercero sube a su blogg MUSICA DE
SEGUNDA MANO; particularmente esto me gusta hacerlo con los pies sobre el escritorio y reclinado
unos 45 grados en la silla,,.
A las cinco salgo .Normalmente prefiero caminar en vez de esperar el recorrido o en vez de
agarrar afuera un taxi o la chivita que va al centro; de todas maneras cuando salgo, no tengo
rumbo fijo desde que cerraron el observatorio de la comunal. Así que camino hasta la autopista
por una colonia que se me parece bastante a la colonia en que vivo allá en Nicaragua, y en el
camino decido para donde ir.
Cuando llego a la autopista, (la Cristóbal Cáceres, que descuidadamente no indagado
en memoria de quien) tengo que atravesar un puente peatonal altísimo que antes me daba
hasta vértigo. A veces me detengo en la mitad a sentir el viento y a observar por encima
el tráfico de esos ocho carriles de asfalto, que diez kilómetros al norte se enlazan con
la panamericana que unos centenares de kilómetros más al norte...
La semana pasada, llegando al final de las escaleras, del otro lado me topé a una abuelita pasando
dificultades en el tercero de como quinientos escalones que le faltaban para cruzar el puente.
No tenía opciones. Al principio no quería que le ayudara, después agarrada del
brazo y a razón de cinco graditas por minuto le dio confianza y tiempo para hablar y quejarse de
todo. Yo iba más pendiente de descifrar a cual de mis tías-abuelas era que se me parecía, hasta que
mencionó "un gran escándalo” en la plaza del CINE MODERNO, que parecía que iba a haber una
presentación musical. Finalizada la buena obra me fui a averiguar de que se trataba..
Había un concierto gratuito de guitarra clásica y jazz, organizado por la alcaldía de Arraiján.
Cuando llegué tocaba el CUARTETO MAYOR DE GUITARRA del corregimiento. Par de vueltas de sondeo:
localizar el puesto de las cervezas, localizar un lugar con buena acústica
y buena visión, curiosear en el toldito de los invitados especiales. Al cuarteto le
siguió una agrupación que según entendí se llamaba JAZZMINT, también nacional pero de Veraguas.
A la hora del plato fuerte -unos bestias que se habían venido desde Toronto- yo había
despejado por completo cualquier tipo de tensión. A la altura de la quinta BALBOA y el segundo
TALAMANCA RED (según dijeron, no quise preguntar si era por Rodrigo Soto) que me
compartieron unos skaters, desvariaba con el trompetista -un completo animal de escenario- que yo
sentía como Charly Parker.¿te acordas?.El perseguidor.
Vos sabés como soy yo, con lo de EL PERSEGUIDOR se me vino todo de golpe, en ristra. Aquel
compendio de la EDITORIAL NUEVA NICARAGUA cuyo dueño no termina de pedirme le devuelva. Aquellas páginas ya como alitas de papalote, con el debido olor de las dos décadas desde el tiraje.
Aquél Carazo y aquel frío que te tenía obligada a acurrucarte con migo. Yo leyéndote horas,
y divagando con tanta locura. Y vos ahí escuchándome con unos ojos gigantescos, inolvidables.
Y yo con más vino del recomendable que no paraba, con un trompetista alucinante que perseguía
al mismo tiempo que escapaba, y planteándote una analogía entre él y Gregory. Y vos escuchándome.
y yo con otro que de vez en cuando vomitaba un conejito y con los cronopios y con la maga. y vos
escuchándome...
El trabajo me gusta. Yo salgo rápido de todo y luego me queda tiempo
hasta para aburrirme. Por lo general a la hora de almuerzo ya acabé con casi todas
mis asignaciones, y prácticamente quedo desocupado hasta las cuatro, hora que recibo
los informes diarios que ingreso al sistema la mañana siguiente. Para ese tiempo libre me llevo
un libro del cerro pendiente que tengo y cuando no estoy muy de leer, me pongo a recopilar e
imprimir material para engordar más el cerro, aprovechando la canon gigante que tenemos.
A veces, me dedico a examinar los discos que mi amigo Lázaro Tercero sube a su blogg MUSICA DE
SEGUNDA MANO; particularmente esto me gusta hacerlo con los pies sobre el escritorio y reclinado
unos 45 grados en la silla,,.
A las cinco salgo .Normalmente prefiero caminar en vez de esperar el recorrido o en vez de
agarrar afuera un taxi o la chivita que va al centro; de todas maneras cuando salgo, no tengo
rumbo fijo desde que cerraron el observatorio de la comunal. Así que camino hasta la autopista
por una colonia que se me parece bastante a la colonia en que vivo allá en Nicaragua, y en el
camino decido para donde ir.
Cuando llego a la autopista, (la Cristóbal Cáceres, que descuidadamente no indagado
en memoria de quien) tengo que atravesar un puente peatonal altísimo que antes me daba
hasta vértigo. A veces me detengo en la mitad a sentir el viento y a observar por encima
el tráfico de esos ocho carriles de asfalto, que diez kilómetros al norte se enlazan con
la panamericana que unos centenares de kilómetros más al norte...
La semana pasada, llegando al final de las escaleras, del otro lado me topé a una abuelita pasando
dificultades en el tercero de como quinientos escalones que le faltaban para cruzar el puente.
No tenía opciones. Al principio no quería que le ayudara, después agarrada del
brazo y a razón de cinco graditas por minuto le dio confianza y tiempo para hablar y quejarse de
todo. Yo iba más pendiente de descifrar a cual de mis tías-abuelas era que se me parecía, hasta que
mencionó "un gran escándalo” en la plaza del CINE MODERNO, que parecía que iba a haber una
presentación musical. Finalizada la buena obra me fui a averiguar de que se trataba..
Había un concierto gratuito de guitarra clásica y jazz, organizado por la alcaldía de Arraiján.
Cuando llegué tocaba el CUARTETO MAYOR DE GUITARRA del corregimiento. Par de vueltas de sondeo:
localizar el puesto de las cervezas, localizar un lugar con buena acústica
y buena visión, curiosear en el toldito de los invitados especiales. Al cuarteto le
siguió una agrupación que según entendí se llamaba JAZZMINT, también nacional pero de Veraguas.
A la hora del plato fuerte -unos bestias que se habían venido desde Toronto- yo había
despejado por completo cualquier tipo de tensión. A la altura de la quinta BALBOA y el segundo
TALAMANCA RED (según dijeron, no quise preguntar si era por Rodrigo Soto) que me
compartieron unos skaters, desvariaba con el trompetista -un completo animal de escenario- que yo
sentía como Charly Parker.¿te acordas?.El perseguidor.
Vos sabés como soy yo, con lo de EL PERSEGUIDOR se me vino todo de golpe, en ristra. Aquel
compendio de la EDITORIAL NUEVA NICARAGUA cuyo dueño no termina de pedirme le devuelva. Aquellas páginas ya como alitas de papalote, con el debido olor de las dos décadas desde el tiraje.
Aquél Carazo y aquel frío que te tenía obligada a acurrucarte con migo. Yo leyéndote horas,
y divagando con tanta locura. Y vos ahí escuchándome con unos ojos gigantescos, inolvidables.
Y yo con más vino del recomendable que no paraba, con un trompetista alucinante que perseguía
al mismo tiempo que escapaba, y planteándote una analogía entre él y Gregory. Y vos escuchándome.
y yo con otro que de vez en cuando vomitaba un conejito y con los cronopios y con la maga. y vos
escuchándome...
Fue duro aterrizar de pronto. Aplausos, Thank you very much y eso fue todo...otra vez la distancia.
Esa noche te escribí la primera de las once cartas.
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